Desde niña me gustaban las casas de muñecas. Ese mundo en miniatura que recreaba un ambiente familiar, me fascinaba.
Solía hacerlas con cajas de cartón a las que iba añadiendo paredes y suelos pintadas con lápices de colores. El sueño de tener algún día una me ha ido acompañando a lo largo de estos años.
Hace algún tiempo me dije que era el momento de intentarlo y me lancé a ello.
Empecé a comprar la madera, las pinturas y algunas herramientas. Poco a poco fui contagiando la ilusión en casa.
Y un día, entre todos, empezamos a fabricarlas.
Todas están hechas de manera artesanal. Los suelos, las paredes, azulejos..., están pintados a mano.
Es un trabajo muy minucioso pero a la vez, muy gratificante.
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